La mañana llega envuelta en una túnica borrosa de niebla que enmascara montañas, valles, caseríos, y hace que los campos se arruguen apretujados en un gesto de solidaridad, mientras los viajeros que llegan al pueblo, desde lejos ya han podido oír campanas llorando una pena colectiva. En las calles los balcones muestran crespones negros, y el ánimo de la gente soporta el peso doloroso de la lápida que cubre los restos mortales de…
Es el inicio de esta segunda entrega de Tiempos de vela y candil que su autor, Emilio Marín Tortosa, nos propone para degustar su personal literatura